Mis madres llevan las cicatrices de vivir en la llanura
Las cicatrices de solo habitar las huellas de la huida
Huida que crece apenas, en el desparpajo del recuerdo en sus hijos y nietos
Vistosas por su brillo, sangran,
*clavadas en los hombros están
Las dagas que como espinas brillan
De esta vida aprendieron mis madres a entretejer la hierba agreste
En la palma fértil de sus manos hábiles
Araron el polvo para dar forma
A lechos de reposo temporales, hogares resecos de muros ardientes
Supieron dormir esperando entre sueños la llegada de la arena
Su entrada sigilosa hacía los rincones
Cubriendo somnolienta los objetos
Abnegada por los remolinos del viento, por las brisas en diáspora
El verano derramado se siembra en el desierto
Un racimo de lágrimas Crece en los ojos de mis madres y sus heridas
Son el recuerdo del tránsito en la memoria en el vientre de la noche
Yacen ahora bajo el mármol floreado del desierto
Acribilladas en el pecho por estrellas que aletean susceptibles
Como a luciérnagas, en el trazo de la noche, Animales otorgando luz
Desde las comisuras de los lienzos oscuros en nuestra memoria herida.